Winter is coming… protege tus manos.

Winter is coming… protege tus manos

Si hay una parte del cuerpo que sufre en invierno, además de la piel del rostro, son las manos. Para protegerlas hacemos de todo: ponernos los guantes, meterlas en los bolsillos, frotarlas entre ellas, insuflarles calor con nuestro propio vaho, acercarlas a la calefacción o a la chimenea, preparar infusiones solo para abrazar la taza entre las manos… y, sin embargo, el método más efectivo para protegerlas es hidratarlas.

¿Pero por qué el frío nos afecta tanto a las manos?

Pues porque las manos, al igual que los pies o la cabeza, son los extremos de nuestro cuerpo, y a la sangre le resulta más difícil llegar a dichos extremos. El frío propicia que los vasos sanguíneos se cierren, disminuyendo la circulación y haciendo que pies, manos y cabeza sean más vulnerables al frío.

¿Cómo combatir el frío?

En invierno conviene ducharse solo una vez al día, o incluso menos. Y por el mismo motivo conviene no lavarse las manos demasiado. Nuestra piel genera una grasa natural (que no es suciedad) que la protege y nos aísla del frío. Si nos lavamos en exceso, sobre todo con agua muy caliente, esa capa, tan necesaria y sana, se destruye. Y aunque es insustituible debemos tratar de recuperarla con una buena hidratación.

En MartiDerm te recomendamos nuestras 2 cremas de manos. Una de textura ligera y de rápida absorción, y otra para regenerar las manos más secas, ásperas y agrietadas. Pero ambas, solidarias, ya que el 100 % de sus beneficios se destina a proyectos sociales.

Así que, por un lado, hidrata tus manos y lávatelas con moderación y, por el otro, cuando las expongas al frío, utiliza guantes de fibras naturales como el algodón o la lana. Abrigan más que los materiales sintéticos y alejan la humedad de la piel. Y un detalle muy importante: ponte los guantes con las manos calientes. Si te los pones con las manos frías tardarán mucho más en entrar en calor.

Y un último consejo para entrar en calor de forma natural este invierno: abraza a la gente que quieres. El calor humano es mucho más sano que el calor de una estufa. Y además suele calentarnos también el corazón.

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