Características de la piel madura

Características de la piel madura

Es cierto que el tiempo ejerce un efecto sobre nuestra piel. A medida que pasan los años, la piel va sufriendo alteraciones y pierde progresivamente determinadas características. Pero ¿qué rasgos son los que determinan una piel madura? ¿Cómo podemos identificarla?

Las características principales que una piel madura pierde por el efecto del envejecimiento son la flexibilidad y la elasticidad. Disminuye progresivamente parte de su consistencia, se vuelve más frágil, más fina, puede tener un tacto más áspero y aparecen las temidas arrugas, que se acompañan de líneas de expresión más marcadas.

¿Por qué sucede?

Las pieles maduras padecen una disminución en su capacidad funcional de forma fisiológica. El proceso de regeneración se hace progresivamente deficitario, y por lo tanto las células requieren más tiempo para renovar las capas, en especial, su porción más externa: la capa córnea.

Debido a que el proceso de regeneración tiene una menor calidad, se observa como consecuencia principal que adquirimos una piel más sensible a los factores externos y que requiere más bioelementos nutritivos. Por tanto, será más susceptible a factores medioambientales, a malos cuidados o hábitos, a una inadecuada alimentación, a la alteración de los ritmos de sueño-vigilia o al temido estrés, entre otros.

Debemos tener muy en cuenta el efecto que producen las radiaciones ultravioleta. El fotoenvejecimiento también es un motivo recurrente, ya que acelera la regeneración celular de forma no saludable. Las radiaciones ultravioleta provocan daño tisular hasta la capa basal de la piel y aumentan los procesos de división celular, pero de forma anómala. Por ello, están relacionadas con la aparición prematura de lesiones en la piel: debido a que se producen aglomeraciones celulares anómalas, se da envejecimiento prematuro y lesiones pigmentadas que pueden llegar a ser precancerígenas.

Pero aún soy joven, ¿no?

Es cierto. Es probable que el nivel de deterioro tisular no se corresponda con tu edad, la cual, aunque es un componente determinante, no es el único. Existen, además, muchos factores que tienen que ver con las características individuales de la piel y de su proceso de envejecimiento.

Sin embargo, debemos tener en cuenta que nuestra piel, en especial la del rostro, requiere cuidados diarios para prevenir la deshidratación y la desnutrición, que desembocan en un proceso de envejecimiento prematuro. La prevención debe iniciarse de forma intensiva a partir de los 35 años como media para empezar a cuidar la piel con más atención, y así prepararla y prevenir daños futuros más difíciles de solucionar.

Consejos

Por tanto, la piel madura no es ningún lastre, sino la consecuencia natural del paso del tiempo. Os recomendamos una serie de cuidados básicos:

  • Protege tu rostro:
    • Límpialo con agua tibia y productos suaves como mínimo 1-2 veces al día. Realiza una exfoliación semanal.
    • Hidratación diaria. Si las condiciones ambientales son extremas, hidrátala varias veces al día.
    • Lleva a cabo una nutrición tisular diaria profunda.
    • Aplícate protección ultravioleta diaria, independientemente de la estación del año.
  • Atiende a tu cuerpo:
    • Realiza una limpieza e hidratación corporal profunda dirigida a zonas de apoyo y desgaste: codos, rodillas y manos.
  • Pero, sobre todo, cuídate:
    • Realiza ejercicio suave y diario.
    • Lleva una alimentación variada con una ingesta adecuada de líquidos, vitaminas y fibra.

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