¿Por qué es tan importante el colágeno en la piel?

¿Por qué es tan importante el colágeno en la piel?

Lo hemos oído miles de veces, incluso puede que usemos algún tratamiento que lo incluya, pero seguramente aún no conocemos por qué es tan vital para nosotros. El colágeno es una de las proteínas más importantes del organismo, ya que representa más del 25% del total de proteínas que hay en una persona.

Lo encontramos en todas las estructuras esenciales del cuerpo, como son los huesos, los tendones, los ligamentos y la piel. Se encarga de generar fibras muy resistentes y flexibles, (fibras colágenas) que hacen que el engranaje de todos los tejidos funcione correctamente.

¿Qué papel juega en la dermis?

El colágeno es el sostén de la piel, el que le da la firmeza y la elasticidad necesarias para moverse y funcionar saludablemente. Si hiciéramos un símil, podríamos decir que es el esqueleto de nuestra piel. Nuestro cuerpo fabrica colágeno de forma natural hasta los 30 años de edad aproximadamente, a partir de ese momento, produce cada vez menos hormonas y también menos cantidad de colágeno. A los 40 años la creación de esta proteína puede llegar a descender hasta 1% anualmente y llegados a los 70, la pérdida se sitúa entorno al 30% cada año.

El declive progresivo de colágeno en nuestro organismo provoca que las estructuras epiteliales (tejidos formados por varias capas de células) de la piel sean más débiles, lo que hace que sea más fina y se vuelva más flácida y con más arrugas. De acuerdo a Leire Azcona (2006), la piel con flacidez conlleva una disminución de la cantidad y calidad de la fibras de colágeno. Reduciendo así, el colágeno soluble aumentando el colágeno insoluble.

Ahora bien, el envejecimiento cutáneo no destruye el colágeno sino que disminuye la producción del mismo. Y aunque el paso del tiempo sea el principal culpable del desgaste de colágeno en la piel, existen factores que favorecen su pérdida y que destruyen las reservas existentes en el organismo, como son el estrés, el exceso de exposición solar o una alimentación pobre en minerales, vitaminas y aminoácidos. En el caso del sol, los descomponen el colágeno y limitan la síntesis del mismo.

Consejos para compensar su pérdida

A pesar de que es imposible mantener los niveles estables toda la vida, existen factores que pueden ayudarnos a compensar el colágeno perdido y frenar los daños en la piel:

  1. Alimentos con vitamina C: es importante comer de forma equilibrada, así se previene la destrucción de la malla de colágeno en la dermis y se mejoran los niveles de hidratación cutánea. Las carnes, los pescados, los lácteos y los huevos son una buena fuente de colágeno para nuestro cuerpo. Asimismo, consumir frutas y verduras con vitamina C, como por ejemplo: pimientos, kiwi, cítricos (naranja, limón, etc…), melón, fresas, moras, col y tomate; potencia la producción de colágeno. Es positivo añadir también gelatina a la dieta, ya que es altamente beneficiosa para la elasticidad cutánea, además de ser baja en grasa y calorías.
  1. La Vitamina E y sus derivados. En este caso incorporar la Vitamina E en nuestra alimentación o de forma tópica nos ayudará a proteger las fibras de colágeno y la elastina. Algunos alimentos son: aceite, almendras, espinacas, quinoa, salmón o piñones.
  1. Soluciones dermocosméticas: si bien es cierto que las fórmulas dermocosméticas más avanzadas no suplen la presencia del colágeno natural de la dermis, ayudarán a aumentar la resistencia, la tonicidad y la elasticidad cutánea. De entre estos tratamientos, caben resaltar las ampollas con vitamina c pura y proteoglicanos, que previenen de las arrugas de cara y cuello y flacidez en el cutis. Estas soluciones reparadoras y antioxidantes poseen, además, un doble efecto: una mejora de la tersura de forma inmediata y, a largo plazo, reafirman la estructura de la piel.

Ahora que conocemos el valioso papel que juega el colágeno en nuestra piel, quizás seamos más conscientes de la necesidad de combinar una alimentación rica en antioxidantes y la aplicación de productos dermocosméticos para paliar su pérdida. Y es que tal vez no conseguiremos la eterna juventud, pero sí vivir con una piel sana durante más tiempo.

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