Probablemente ya lo sepáis, pero los excesos durante estos días tan especiales de Navidad, llenos de eventos familiares, le pasarán factura a vuestra piel. Las mesas estarán repletas de platos apetitosos y menús con infinitos y buenísimos manjares caseros, acompañados de copas que jamás se quedan vacías y de deliciosos postres que os tentarán entre guirnaldas y sonrisas. Seguir esta hoja de ruta evitará que vuestra piel se resienta a la vez que disfrutáis al máximo de los vuestros.
Sabemos que una alimentación equilibrada rica en vitaminas y antioxidantes, con abundante ingesta de agua, es la base de una buena salud de nuestra piel, aportando hidratación y disminuyendo el efecto nocivo del clima. Pero lo que nos encontraremos estos días se aproximará a lo siguiente:
Entrantes: suelen estar llenos de grasas saturadas, en forma de embutidos que abarrotan los platos, y de ácido úrico y toxinas, en forma de marisco. Dificultan la excreción renal de líquidos, cuya retención produce efectos sistémicos, además de en nuestros ojos, al causar las temidas bolsas y ojeras. Incorporar alimentos ricos en ácidos grasos esenciales, tales como el omega 3 presente en el pescado azul, es una opción muy recomendable.
Platos principales: la ingesta hipercalórica es directamente proporcional a la bondad de quien suele hacer estas colecciones de platos, a las que no solemos saber decir que no. Sugerimos encarecidamente reducir la ingesta, disminuyendo la cantidad y realizando un ajuste de la dieta a lo más variada posible. Lo ideal es escoger platos sencillos y ligeros con abundante fibra y verdura (alcachofas, zanahoria, tomate). Así no sobrecargaremos la absorción de grasas por parte de nuestro sistema digestivo, porque nuestra piel absorberá también más cantidad de grasa y su efecto lipófilo evitará la correcta hidratación cutánea. La fibra vegetal actúa como filtro y los minerales y antioxidantes ayudan al correcto metabolismo tisular dérmico.
Postres: si sobrevivimos a los múltiples platos, finalmente llegaremos a los dulces y será difícil que encontremos uno sin una cantidad enorme de azúcares complejos, por lo que aconsejamos sustituirlos en la medida de lo posible por fruta fresca (fresas, manzanas, kiwis, uvas o arándanos). Los azúcares provocan oxidación de la piel y afectan directamente a la formación de radicales libres que participan en el proceso de envejecimiento. Reducir su ingesta y aumentar la presencia de complejos que contengan vitamina B es fundamental, puesto que intervienen en el buen estado de la piel y en los procesos de renovación celular (frutos secos, verduras, frutas, carne magra, huevos).
Copas: lo ideal es optar por el agua o zumos cítricos (incluso de piña o de tomate). Vitaminas como la C y la E ayudan a mejorar la textura de la piel. No obstante, como va ser imposible no caer en la felicidad del alcohol, moderar su consumo es esencial. Es preferible optar por el vino o el cava y prescindir del cóctel de después. Recordad que una copa de vino tinto al día es saludable por su aporte de polifenoles antioxidantes. En cuanto a las infusiones, son unas buenas aliadas; por ejemplo, el denominado té blanco tiene menor cantidad de estimulantes y es rico en polifenoles y vitaminas A y E.
Una dieta rica en minerales (zinc, selenio) y en vitaminas A, B, C y E, así como en antioxidantes, será esencial para que nuestra piel adquiera los nutrientes necesarios para seguir luciendo sana.