La piel y el frío

El frío, el calor, los cambios de temperatura, las emociones, la contaminación, el sol, ... si lo pensamos bien, la piel soporta constantemente todo tipo de presiones. Por eso conviene no descuidarla y tratarla como se merece. La piel nos protege y su aspecto dice mucho de cada uno de nosotros.

Solemos ponernos las pilas cuando ya nos notamos la piel seca, los labios cortados y las mejillas sensibles. Cada año nos pasa lo mismo... ¿hace falta esperar tanto?

Hidrata tu piel más de lo normal. Dando por hecho que ya lo haces por la mañana y por la noche. Sabemos que puede parecerte un rollo: ¡pero todo es cuestión de acostumbrarse! Cuerpo entero, pelo, manos, pies, cara, contorno de ojos y labios.

Como decíamos al principio, nuestra piel dice mucho de nosotros. Tus manos, por ejemplo, pueden ser tu mejor carta de presentación. A través de las manos podemos adivinar la edad, la profesión, la vida que ha llevado, la vida que lleva y lo que se cuida una persona. ¡Y no hace falta ser Sherlock Holmes! Y es que las manos sufren especialmente con la llegada del frío. Usa guantes de lana y, cada vez que te acuerdes, aplícate una crema específica de manos varias veces al día para mantenerlas protegidas e hidratadas. Si tiene un formato “bolso”, mejor. ¡Así ya no hay excusa y puede ir contigo, vayas donde vayas!

A pesar de la tentación, evita las duchas demasiado calientes. Solo conseguirás una piel mucho más descamada y seca. Duchas templadas y, si eres una valiente, duchas frías. La piel resucita: mejora su aspecto y tersura, elimina picores o eccemas y estimula la circulación.

Y como siempre los olvidamos... no queríamos olvidarlos también aquí: cuida tus pies. Durante el verano los sometemos a todo tipo de estreses, sandalias, roces, ... Y durante el invierno los relegamos al olvido bajo los calcetines y las botas. NNO-NNO-NNO.

Tras cada ducha frótalos con una toalla vieja: es un peeling suave pero muy eficaz que, si repites tras cada ducha, notarás. Después hidrátalos bien y, si estás en casa, utiliza calcetines de algodón: ayudan a mantener la humedad de la crema hidrante y a que penetre en profundidad. Y si vas a salir, ¡calcetines de lana! Precisamente porque calientan y absorben la sudoración excesiva.

Y como siempre, ya sea primavera, verano, otoño o invierno... usa protección solar. Los rayos UVB también penetran en la piel por muy nublado que esté o por mucho frío que haga. Así que, si quieres proteger tu piel, aplícate el protector solar o una crema que contenga protección, media hora antes de salir de casa para conseguir el máximo beneficio.

Somos conscientes que son muchos deberes... ¡pero las compensaciones son tantas!, que nunca dejaremos de animarte a que te cuides. Después de todo cuidarse es quererse. Y quererse es ser feliz. ¡Viva el SmartAging!

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